11 de septiembre. Esta fecha es trágica para quienes vivieron en los Estados Unidos en 2001 y para quienes vivieron en Chile en 1973. Estos hechos históricos son distintos, pero comparten un rasgo común: el patriotismo extremo que viola los derechos humanos.
Nuestro país fue sacudido y décadas después del 11 de septiembre de 2001, cuando cuatro aviones atacaron el complejo del World Trade Center y el Pentágono como parte del complot terrorista de Al Qaeda. Este asesinato en masa se cobró 2,997 vidas inocentes; por ello, ofrecemos nuestro más sentido pésame por los seres queridos de las víctimas. También queremos cambiar la retórica que rodea al 9 de septiembre.
Reconstruimos nuestro país en uno de sus peores días. No olvidemos la resistencia, la amabilidad y el servicio que caracterizaron el mejor momento de nuestro país y comenzaron su proceso de curación. Agradezca a un socorrista o trabajador de recuperación. Hable o consulte con alguien que pueda estar luchando. Hazte amigo de alguien que no se parece a ti. En lugar de “nunca olvidar”, recordemos cómo nuestras comunidades se unieron en solidaridad frente al trauma, el dolor y la xenofobia.
El 11 de septiembre de 1973, Salvador Allende fue asesinado por un golpe, marcando el comienzo de 17 años de dictadura bajo el gobierno de Augusto Pinochet. Allende cofundó el Partido Socialista de Chile y fue elegido democráticamente como presidente en 1970. También fue conocido por su compromiso de mejorar las condiciones de Chile para los pobres, los trabajadores, los campesinos y las mujeres porque formaban parte del grupo minoritario.
Allende heredó el malestar político y una crisis económica, que llevó a los militares a derrocarlo. Un grupo de la comunidad de refugiados chilenos escapó del cupé y llegó a Seattle, donde la comunidad mexicana / chicana y socios multirraciales ocupaban pacíficamente la escuela Beacon Hill. Nuestros amigos chilenos fueron socios fundamentales en el desarrollo de la infraestructura de El Centro de la Raza debido a su experiencia en el manejo de su país de origen. En honor a los refugiados chilenos, nombramos una habitación en honor a Salvador Allende en El Centro de la Raza.
En ambas ocasiones se cometieron crímenes de lesa humanidad. El derecho internacional humanitario y los derechos humanos se vieron comprometidos. Los civiles soportamos el miedo al conflicto armado. Sanar las facciones de un país requiere paz, libertad y solidaridad, todo lo cual se puede lograr mediante la justicia legal, la defensa de los derechos humanos y respuestas mesuradas y justas. Por eso se lucha por la justicia. Por eso construimos la Comunidad Amada.
